Presumiblemente en algún momento me dejó de importar la gente.
No un completo desinterés, sino, verdaderamente mis sentimientos hacia la gente no podían pasar del aprecio, y poco a poco la niña tierna que abrazaba demasiado se perdió entre limitadas respuestas cordiales.
Quién sabe dónde habrá quedado esa parte de mi, si la habré tirado en el camino o la habré guardado en un escrito.
Siempre me han invadido los celos en cuanto al amor respecta. A mis amigos, eso es.
El amor a mis amigos es una de esas sogas que uso en el cuello y jalo sola.
No quiero ser la única, pero quiero ser especial. Tengo esa egocéntrica manía de creer que aporto algo a la gente, algo que no van a encontrar en otro lado, ni en la misma cantidad ni de la misma manera.
Cada comentario que doy, cada consejo y cada halago son distintos. Mi manera de agradecer en cada espacio de internet que tengo, la manera de felicitar en los cumpleaños, mi manera de decir "te quiero". No se repiten, así sea una sola persona que me dejó un comentario en el blog, nadie recibirá esas mismas palabras en ese mismo orden e intención. Porque quiero que se sepan especiales. Para que ambos lo seamos, el uno para el otro: que ese momento sea de un color diferente y recordable.
Me purga ver como paulatinamente la gente que ha conseguido mi cariño (ni siquiera yo sé cómo lo han logrado, sólo sé que están ahí, en mis entrañas) me olvida como si fuera tan fácil.
Amo pasar tiempo a su lado, hacerlos reír, escuchar sus pláticas, compartir lo poco que sé, lo mucho que imagino: estoy enamorada de ustedes, mis amigos, enamorada de nuestra amistad.
Ver como prescinden de mi tan fácilmente, de la sencillez con la que me olvidan o reemplazan, la manera en la que es difícil extrañarme me envenena poco a poco.
Hace tiempo que no sentía algo así. Desde el gran drama entre Leo, Talia, Gladyss y más de la mitad de las personas que conozco viví en una hermosa indiferencia en la que estrechar lazos de afecto con alguien era un idioma que no hablaba o interesaba hablar; y aunque me acerqué a varias personas, salvo Adi, francamente ninguno me importó hasta después.
Celos.
Tengo celos de la brisa que acaricia tus cabellos
De la arena que roza tu piel...
Celos de que puedas seguir caminando sin mí, sin mirar atrás, mientras yo camino dejando un espacio por si quieres regresar.
